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todos sobre mi historia de una vida un poco dura
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esperando ir de fiesta en discotecas

(2016-03-14 13:16:13) 下一個

Aquel narración de Matilde en el arboleda, luego de pasar Alberto frente a nosotros, asaz agobiado, tuvo un boyante desenlace conmigo luego de escuchar la grata aventura de Matilde y Alberto en la discoteca. 

Recuerdo cuando Matilde me dijo: “Hemos chapado riquísimo con Alberto, sus besos fogosos sobre mi boca, a los que correspondía con el mismo ansia carnal no tenían freno, chapábamos con pasión, con desesperación, nuestras lenguas se amalgamaban en un giro circular de nuestras bocas apasionadamente enamoradas una de otra. A sus labios carnosos, mascaba suavemente y luego los besos continuaban de manera desbordada, chapando los dos en figuras de besos que mostraban disolución”. 

Y en el tiempo que Matilde concluyó su narración al decirme: “Mis brazzers se transparentaban a inclinación de la tela. Fumamos el uno y el otro un cigarrillo. Fue la única vez que estuve con Alberto, pero fue una experiencia riquísima”. Al concluir de escucharla, y advertir aquella experiencia de Matilde en la discoteca, la invité a una de polifonía romántica. 

Llegamos a la discoteca, le pedí su maletín para dejarla en la guardarropa y tomar asiento en el cantina. La observé detenidamente con el bálano queriéndose liberar de la cárcel de mis zaragüelles. Vestía Matilde una minifalda color negra cortísima, botas muy elegantes y una túnica negra de tela de seda excesivo delgada, excesivo vaporosa, con los cuatro primeros chico desabrochados. La tela de la blusa asomaba cristalino y permitía entrever un sostén de media copa negro que cubría sus muy divinos pechos. Yo vestía un pantalón deporte verde y una blusa verde de tisú solo vestida sobre mi cuerpo desnudo, porque de ningún modo uso camiseta interior debajo de la funda. En el pescuezo colgaba una cadena dorada con un cuadrilátero negro que se destacaba en mi pecho con los cuatro primero ordenanza desabrochados. 

Miré a Matilde, y al tris observé su atención en esta cadena y su cuadrilátero colgado. La tomó a través de las manos expresándome que era bastante bonita, pero el tonó de su artículo y la forma con que sostenía la cadena, me adelantaban en su voz picarona, que poco estaba a punto de suceder. 

Y así fue, en la barra de la discoteca, Matilde jaló la cadena, permitiendo atraer mi boca a la suya. La besé uniendo mis labios con los de ella a través de un mimo tierno y acuoso. Pero ni bien sentí el aliento de ella, su boca desenfrenada comenzó a laminar la mía de manera fogosa ardiente, su lengua se entrelazaba a la mía, y estos besos eran verdaderamente apasionados al extremo que mi verga actualmente no daba de existir tan erecta. Mientras chapábamos, podría decir salvajemente, sus manos me acariciaban la espalda y se movían hacia mis pectorales. Ese rato sus besos pararon y su boca se fue hacia mi cogote, subiendo de cerca a mi oído. Sentí sus corazón ingresar a través de la separación del soldado y sexto botón de mi blusón, sintiendo mi barriga desnuda y decirme al atención: “!Sin camiseta; carente camiseta; falto camiseta y ademas los videos pornos que tenian estaban caducados!!!. Ciertamente yo no llevaba camiseta interior so la camisa de seda verde, jamás la llevo, porque es una prenda matapasiones, y este detalle gustó a Matilde al tocar mi cuerpo desnudo sub de la camisola de seda verda. “!hum que rico, ¡sin camiseta!, ¡sin camiseta! ¡sin camiseta!”, me rumor al oído, desabotonando, asaz exitada mi blusa de abajo hacia arriba. 

Cuando con su susurro me dio a entender todo lo que le gusta el detalle de que un hombre no use camiseta interior abajo de la camisa, recordé aquel descripción de Matilde en el cercado, que decía: “Hemos chapado mientras bailábamos en la discoteca, él me acariciaba la espalda y yo metía mis dedos de por medio un botón y diferente de su funda, advirtiendo su piel desnuda y diciéndole al oído uhmmmm ¡sin camiseta, exento camiseta!, este detalle me gustó y ese momento comencé a desabotonar su camisa. Debajo de la camisa Alberto no llevaba nada, o sea no usaba camiseta interior. Me encanta cuando un hombre viste la camisola sobre la misma piel exento usar ninguna prenda debajo, es decir desprovisto camiseta interior.” 

íntegramente desinhibida, sin importar la presencia de mucha gente y otras parejas y en pleno cantina y barra de la discoteca, ella acariciaba mis pectorales y sus besos giraban otra vez a mis labios. Me chapaba con pasión, con ardor, con obscenidad, mascaba sutilmente mis labios y movía su boca con una fuerza que permitía mover mi facciones dirigido por esos chapes tan penetrantes y excitantes. ¡Chapábamos y chapábamos! 

En un alto, la tomé de la mano y la llevé asaz cerca del inmersión, en un canon mucho obscuro. Entonces retomé el aliente y continué chapando a Matilde con vehemencia desmedida. Mientras nos besábamos, mientras nuestros chapes ratificaban el ardor de la circunstancia, mientras nuestras lenguas rozaban falto límite, mis manos desabrocharon la blusa de Matilde, para urgentemente manosear sus tetas por además del top, al que con la ferocidad de un bizarro se lo quiete con violencia. Hoy en día mis manos acariciaban con pasión escaso límites esas divinas tetas, apretando suavemente sus pezones: el zurdo y el derecho. Estaba tan caliente que mis chapes en su boca, bajaron por su gollete, inclusive sus pechos para succionar con deseos invencible las dos tetas. ¡Chupaba y chupaba las tetas con cierta fuerza y mis labios desbordados mascaban suavemente y a veces un escaso fuerte el pezón zurdo, luego el pezón derecho, otra vez mi boca subía a su boca para seguir chapando con lascivia y alargar mi manoseo a sus bellas tetas en medio de un relajo desbordado, salvaje. Morreaba sus tetas tocándolas con cierta violencia, pero poniéndola excesivo cachonda, ya que sentía en el frotey franeleo de mi pantalón con su falta, su tanga mojada, igualmente de escuchar sus jadeos, “ah!!!!!!, sigue Edén, sigue”, me decía, al atención, interrumpiendo un segundo nuestros chapes, y mantener recibiendo con depravación sus apasionados besos. 

Del canon obscuro de la discoteca, la llevé al inmersión de mujeres. Entonces nuestro relajo y mi manoseo a sus tetas, hizo que ella me desajuste el cinturón retirando de manera rápida y ansiosa mi pantalón, al años que yo le bajaba la falda. Magreba sus tetas en un ligero morreo, y el momento era de mucha calentura, pues relajeamos desbordados en medio un brioso sobo. Nos quedamos los dos, ella en tanga y yo en boxer, ahora sin zapatos, ni botas. Desnudos los dos, ella comenzó a bajar su boca desde la mía, pasando mi alzacuello, mordiendo mi pecho peludo, jugando su lengua con la parte de mis tetillas, lamiéndome los pectorales y luego chapando mi pecho. “!Oh tu pecho es fascinador!”, me decía mientras mascaba, mordía el pelillo de mi tórax desnudo, ayudado por sus manos que buscaban inclusive con desespero mi dura verga. Retiró entonces el boxer con violencia y tomó a una agilidad desesperada mi pene entre sus manos para dirigirlo a su deliciosa boca. Chupaba mi verga con deseo lascivo, chupaba la punta y me la movía hábilmente con sus labios y su lengua. Quería masturbar mi gruesa verga con esos labios carnosos. De por medio succión y mamada, me salían lágrimas por los ojos, es que Matilde me mamaba la verga a modo ninguna persona precedentemente me la había mamado. 

De pronto yo sentí que venía un exaltación y retiré mi verga de su boca chupona. La tomé de frente y dirigí mi mustia útil hacia su concha, y pasando por su monte de Beldad inclusive su matriz, penetré mi verga en un delicioso mete y costal. Se la sacaba trío centímetros y le metía cinco centímetros inclusive que sentía mis huevos chocando con su cuerpo. Realmente estaba toda mi verga adentro de ella, pues su vagina era tan elástica que exento esfuerzos le podía dejar interior la universalidad de mi miembro. Apoye mis manos en la entrada del reservado del inmersión de la discoteca, levantando medio cuerpo y empecé a culear a Matilde hoy carente miramientos, provocándole un clímax asaz apasionado que la hizo convulsionarse abajo de mi cuerpo. No detuve mi ataque y redoblado la exaltación de mis ataques. Que placer ver el movimiento de sus deliciosos y apetecibles senos a cada acometida que le daba, mi cuerpo se empezó a llenar de sudor por la tremenda recolección que le estaba dando a la que se mostraba a modo una mujer pendeja, producto del secreción que ahorita estaba recibiendo en su mojada matriz. 

Un delegado convulsión bañaba de fluido mi verga y gustoso cabalgaba sobre el cuerpo sensual de Matilde, a quien manoseaba y relajeaba con mucha arrechera, arrancándole gemidos de placer. Matilde sacaba su naturaleza ardiente exento inhibiciones gamuza mí, y yo caliente hacia lo imposible por dilatar la eyección. 

En medio de un profundo clímax de Matilde, descargue por completo la gran cantidad de secreción, producto de ese caliente encuentro, en el aseo de la discoteca. El tiempo se detuvo a mi cercanías sintiendo las pulsaciones de mi verga descargando desgarrón, ocho, nueve tiro de copioso leche que chocaron con las paredes del matriz de Matilde que recibió carente condiciones toda la lluvia de cuajo en su interior. 

Nos iniciamos a acicalar para salir del afusión. Me arreglé subiendo mi boxer, cerrando mi camisa y abrazando a Matilde. Ella asimismo abotonó su blusa de corte traslúcido, pero falto el sostén. sus tetas se transparentaban a inclinación de la tela. Fumamos el uno y el otro un cigarrillo. Fue la única vez que estuve con Matilde, pero fue una experiencia ríquisima. 

Después de conversar en la barra y ver algo de porntube, abandonamos la discoteca y salimos para buscar mi auto. Adentro del, ansiosa Matilde, se dio la vuelta en el mismo auto y me quitó otra vez el cíngulo, bajó mi pantalón y con fuerza del booloo sacó mi verga erecta. Dirigíó sus labios y comenzó a chupar mi bien parada polla con sus labios chupones, haciendo ruido y chupando y chupando mi verga. Yo jadeaba en silencio, mientras me seguía chupando mi verga. “hum una verga deliciosa tienes”, me dijo Matilde, verga que no paraba de chupar. Crecía más en su boca y se movía en su boca, hasta que sentí las primeras gotas de semen derramarse en su garganta, a la que siguió chupando, mientras yo expulsaba más esperma y más y más, y toda mi leche terminó de derramarse al interior de su boca, todo mi semen se lo tragó hasta la última gota y en ese instante, su lengua procedió a lamer todo el semen que quedó alrededor de mi verga, y los alrededores de mi miembro".

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